- “Elige un olor” –pregunté.
- “El olor a coco” –respondió ella.
Y el olor a coco fue el que usamos como anclaje para exponerse a sus revisiones rutinarias oncológicas.
Al entrar al hospital, a la consulta del dentista y a cualquier entorno hospitalario que tuviera aquel olor que quedó grabado en su memoria, le despertaba todo el proceso de la enfermedad, sus dudas, sus miedos, su pena, sus llantos... que por entonces vivió.
Un ancla o anclaje es cualquier cosa que da acceso a un estado emocional. Es decir, estímulos externos capaces de desencadenar una respuesta o alterar nuestras emociones. Un olor, una imagen, una palabra, un lugar, son anclas poderosas que nos llevan repentinamente a momentos vividos provocando una emoción, un estado emocional.
En ella, aquel olor, el olor a “hospital” liberaba una respuesta de miedo tras la asociación que se produjo entre el olor y su experiencia durante la enfermedad.
Trabajamos en la creación de un ancla que desencadenara respuestas de calma, de tranquilidad y cualquier otra emoción agradable para enfrentarse a aquel momento, a sus revisiones periódicas y otros entornos médicos.
Cómo lo hicimos:
1. Elegimos la situación para la cual queríamos crear el ancla.
2. Empezamos con relajación y con aquellas emociones que ella quería sentir a la hora de enfrentarse a su situación temida. Llevamos ese estado emocional a la máxima intensidad y ahí empezamos a asociar el “perfume de coco”. Era el perfume de su hija. Describió el bote de perfume, sintió el olor, sintió el tacto de la purpurina que tenía, escuchó el sonido al pulsar para que saliera el perfume, realizó el movimiento del dedo y leyó la palabra que estaba escrita: “star”. Todo esto nos sirvió para crear una nueva asociación a la hora de enfrentarse a su revisión médica. No sólo conectábamos con el olor, el tacto, el oído sino que al pensar en ese ancla le traía recuerdos e imágenes divertidas, su hija diciéndole: “ ¡Mamá, Otra vez has cogido mi colonia, me la vas a gastar!”. Esto generaba en ella tranquilidad, calma, le hacía sonreír.
3. Empezamos a asociar la situación temida, donde el disparador era “el olor a hospital” que le causaba náuseas y miedo, con el “olor a coco” y todo lo que conllevaba en su caso: gestos, palabras, tacto, sonidos, imágenes para desencadenar unas emociones más agradables. Esto lo combinamos con autoinstrucciones de ánimo.
Para crear al ancla positiva del “olor a coco” necesitamos la repetición, practicar varias veces este aprendizaje. Como cualquier aprendizaje, se requiere práctica.
Todos tenemos experiencias en la vida de distintos “colores”, de distintos valores que al pensar en ella nos hacen revivirlas y sentirlas.
Muchas asociaciones son muy útiles (Luz roja del semáforo), otras, aunque útiles, poco agradables (cuando veo un alimento que me sentó mal en un momento, vuelvo a sentir emociones desagradables solo al verlo) y otras no son útiles (exámenes).
Podemos elegir las asociaciones que queremos hacer.
Escoge cualquier experiencia de tu vida que encuentres muy difícil, desagradable, desafiante, y decide con anterioridad en qué estado psicológico, emocional quieres estar para enfrentarte. Crea tu asociación, crea una nueva respuesta para enfrentarte a ella. Crea tu ancla.
Ella eligió el “perfume de coco” para obtener una nueva respuesta al enfrentarse a su situación temida.
Elige tu ancla.
Gracias S.M.C
Gracias Inma Junco